domingo, 5 de febrero de 2012

Te querré en todos los versos que no quieran tus pupilas...

Fíjate. Allí. Allí está ella sentada sobre el arcón que reposa a los pies de su cama. Allí es donde guarda sus más hermosos y antiguos recuerdos. Sus 'antes' y sus 'ahoras'. También allí es donde recoje sus angustias y sus miedos, sus alegrías y sus canciones de amor preferidas. Allí encontramos el cálido aroma de aquel perfume tan caro que un día le regaló. A él, sólo a él. Y allí está ella, con la mirada perdida en todos los momentos pasados, y a la vez, hermosos. Sin duda, los mejores de su vida. A él es a quien le debe todo. Todo lo que ahora es.
Echa la vista atrás. Años atrás. Solía ser una muchacha egoísta, sin más aspiraciones que tener todo lo que quisiera sin mover un dedo. Los caprichos y el éxito social, solían ser el motor primordial de su vida, y a ello se dedicaba día y noche. Bastaba con mover un dedo y que todos se rindieran a sus pies. Sus locuras y sus risas la hacían especial. Tanto que nadie se daba cuenta del vacío que consumía su vida. Nadie observaba lo cruel y altiva que podía llegar a ser. Nadie se percataba del matiz despectivo de sus palabras, ni de sus petulantes cruces de miradas.
Un reflejo de sol en su abstracto espejo la deslumbra. Se mira y se ve diferente. Sonríe a pesar de sus ojos enjugados en lágrimas. Sonríe al ver lo que es ahora. ¿Quién se lo iba a decir? Tan vulnerable, destrozada... y a la vez, tan feliz interiormente. Se da cuenta de que todo lo vivido con él, todos los sufrimientos y esfuerzos realizados junto a él, todas las caídas, la han engrandecido. Ahora se ve más madura. Ya no es aquella muchacha insoportable, que hasta ella misma muchas veces odiaba. Ahora recuerda todo lo que ese muchacho, que conoció hacía ya dos años, la enseñó sin darse apenas cuenta.

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